martes, 30 de agosto de 2011
lunes, 29 de agosto de 2011
domingo, 28 de agosto de 2011
sábado, 27 de agosto de 2011
Los esbirros de El Asad le rompen las manos a un caricaturista
La comunidad internacional condena la agresión a Ali Ferzat por un dibujo en el que e ve al presidente sirio haciendo autoestop
La agencia oficial de noticias siria aseguró este viernes que la policía ha abierto una investigación para identificar a los responsables de la agresión al célebre caricaturista sirio Ali Ferzat, ocurrida el pasado jueves.
Francia y Estados Unidos condenaron la agresión, que un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores francés definió como "brutal y chocante". Ambos países volvieron a exigir a El Asad que ponga fin a la brutal represión de las protestas, que hasta ahora ha causado más de 2.200 muertos, según el último balance de Naciones Unidas.
Los opositores acusan a los servicios secretos y a las milicias cercanas al régimen de estar detrás de la agresión. El ataque tuvo lugar unos días después de que el caricaturista publicara una viñeta en la que el mandatario sirio, Bachar el Asad, con una maleta en las manos, para el coche conducido por el sátrapa libio, Muamar el Gadafi, para acompañarle en su huida.
Personas cercanas al artista, de 60 años, sostienen que Ferzat fue agredido por cuatro hombres armados con el rostro cubierto a la salida de su estudio, en el centro de Damasco, en la madrugada del jueves. Los agresores le partieron dos dedos de la mano izquierda y el brazo derecho y le causaron heridas en un ojo como "advertencia". Las mismas fuentes aseguran que los agresores amenazaron con romperle ambas manos para evitar que volviera a dibujar. Tras propinarle una paliza, le dejaron herido, maniatado y con una bolsa en la cabeza al borde de una carretera a las afueras de la capital.
En un vídeo difundido por la cadena Al Arabiya, Ferzat aparece en una cama de hospital, acompañado por sus hijos. Uno de ellos levanta la mano de su padre gritando: "Espero que le ocurra lo mismo a sus hijos y a sus familiares", presumiblemente en referencia al presidente sirio. Otro hombre enseña las marcas de cigarillos apagados en la piel del artista.
Crítico de la corrupción y la burocracia de varios regímenes árabes, incluido el sirio, Ferzat ya se había ganado una amenaza de muerte por parte del expresidentes iraquí, Sadam Husein. Desde marzo, cuando arrancaron los disturbios, solo se dedicaba a hacer sátira sobre las protestas y la violenta represión de Damasco.
Ferzat, nacido en Hama, bastión de la resistencia contra la familia El Asad, no es el primer artista agredido por hombres cercanos al régimen. El mes pasado, Ibrahim al Qashoush, un célebre compositor que se oponía al régimen, fue hallado muerto en su casa de Hama, con las cuerdas vocales cortadas.
James Miller, periodista experto en Oriente Próximo, opina que "el ataque a Ferzat no fue para nada casual". Y añade: "Su obra no estaba dirigida solo a los opositores. También hablaba a intelectuales, hombres de negocios y a la clase culta siria, todos aquellos que pueden contribuir a la caída del régimen y a la construcción de un nuevo orden en el país".
En la página web de Ferzat, los comentarios se han multiplicado tras su agresión. Casi siempre los internautas alaban su valentía. Hay quien ironiza sobre El Asad y Gadafi. "De camino... hacia Yedda [la ciudad saudí donde se ha refugiado el expresidente tunecino Ben Ali]", escribe un anónimo. Muy escasos son los que critican la ideología de Ferzat. "Actualmente ninguna otra persona que no sea El Asad puede dominar esta situación. Los rebeldes no son capaces siquiera de gestionar una frutería", escribe Dogma de Siria.
Un grupo de manifestantes tiene previsto organizar el viernes por la noche, la última noche de Ramadán, una sentada pacifista ante la casa del artista agredido.
Tomado del País de España
viernes, 26 de agosto de 2011
jueves, 25 de agosto de 2011
miércoles, 24 de agosto de 2011
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viernes, 12 de agosto de 2011
jueves, 11 de agosto de 2011
Coca-Cola es así...
Cuando me lo contaron no lo podía creer : los colombianos o extranjeros asistentes a los estadios durante el Mundial de Fútbol Sub 20 que se realiza en nuestro país no pueden consumir ni una gota de la que, a pesar de las transformaciones vividas en las últimas décadas, sigue siendo la bebida nacional : el café, un producto cuya comercialización y consumo creó todo un entorno social, económico y simbólico que acaba de ser reconocido por la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad.
Pero sí. Era cierto. A pesar de que en el logo del evento de marras- un jugoso negocio en el que los gobiernos invierten los dineros públicos en estadios y la FIFA se lleva las ganancias- aparece una humeante taza de café,suponemos que colombiano, a modo de reclamo publicitario. A pesar , digo, de que es de esperarse que quienes llegan al país quieren disfrutar de un pocillo del que ha sido promocionado como nuestro producto emblemático, del mismo modo que un viajero en la Argentina desea probar el mate o el que arriba a Japón aspira a descubrir los secretos del Sake.
Cuando indagué por las razones, mi estupor aumentó. Resulta que la omnipotente FIFA suscribió un contrato de exclusividad con la no menos todopoderosa Coca Cola, para que esa bebida fuera la única disponible en los escenarios donde se realizan sus torneos ¿ El resultado? Pues que un señor de Arabia Saudita , de Croacia, de Nigeria o de Corea del Norte tiene que conformarse con la misma bebida de dispensador que encuentra en cualquier centro comercial de su lugar de origen.
¿ Cómo fue posible eso? Se preguntarán algunos de ustedes. Bueno. Casi todo el mundo sabe que la FIFA es algo así como un ente supranacional cuyas decisiones muchas veces se imponen sobre las de las autoridades locales, situación que ha llevado a muchos críticos a asegurar que en últimas tiene más poder real que la mismísima Organización de las Naciones Unidas. Asi que- es una suposición- al gobierno colombiano no le quedaba otra alternativa que aceptar las condiciones, si quería contar con el privilegio de tener a la banda de Joseph Blatter y sus alegres pillastres como sus huéspedes de honor. Si creen que estoy exagerando los invito a ver un completo informe documental producido por BBC Mundo Televisión sobre las andanzas de los directivos de tan honorable institución. Resumiendo : nos pasamos un año entero diciendo que el mundial era una ocasión “ inigualable” para promocionar el país ante el mundo y al final resultó que no pudimos vender ni un humilde trago de café cerrero en vaso desechable.
Aunque muchos no lo crean lo sucedido en este caso es una manifestación pura de la globalización, esa forma reciente del imperialismo económico y cultural disfrazada de libre intercambio de bienes y servicios. Es la misma esencia que sostiene los tratados de libre comercio, esa tenaza en la que alguien diseña las reglas que garantizan la venta masiva de sus productos al tiempo que crea barreras para la circulación de los ajenos. Por eso nunca se supo de intento alguno por parte de las autoridades nacionales y locales para que las dos bebidas se ofrecieran al menos de manera equitativa en los estadios. En realidad no podía hacerse de otra manera. Al fin y al cabo esos torneos son un negocio en el que los paises anfitriones deben considerarse afortunados y atender a todo lo que se les exige, mientras FIFA y sus amiguetes se llevan el producto de las taquillas, la publicidad y los derechos de transmisión por radio y televisión. Frente al tamaño del negocio lo que sucedió con el café no deja de ser un asunto anecdótico, pues bien hemos aprendido a través de las campañas publicitarias que nos invaden año tras año que Coca Cola es así.
Columna cedida por mi amigo Gustavo Colorado, de su blog
http://miblog-acido.blogspot.com/
miércoles, 10 de agosto de 2011
Desproporcionado
La proporción es una cosa tan compleja que no sabemos cómo abordarla. En arquitectura, por ejemplo, reprobaban los estudiantes que en sus maquetas ponían seres humanos del tamaño de árboles y carros con las dimensiones de un edificio.
Vivimos en un país de desproporciones, donde los almuerzos corrientes vienen con cuatro harinas y una proteína (que suele ser carne de caballo). Nadie dice nada porque llenarse el estómago con seis mil pesos para poder seguir trabajando toda la tarde es un lujo, más allá de que a las 4 p.m. la siesta nos gane.
Hernán Darío Gómez le pega a una mujer y lo tratan como al peor de los criminales. Es un acto inaceptable, sí; es una figura pública que debe mantener la compostura, también, pero se nos va la mano, como siempre, porque nos gusta fijarnos en pequeños detalles mientras olvidamos el contexto. Los detalles son importantes, son los que impiden que nos peguemos un tiro cada mañana, pero de nada sirven si la estructura es un caos. Es como tener una caja de seis velocidades de un Mercedes Benz, pero sin el Mercedes.
A mí lo que no me cuadra en el tema de Bolillo Gómez es el discurso feminista, lo que no me hace necesariamente machista. Los discursos extremos, inflexibles, que no aceptan matices me parecen de lo más perjudicial. Estoy en contra de cualquier manifestación de feminismo, machismo, patriotismo, racismo, fanatismo religioso, homofobia y cualquier cosa que se le parezca.
Está bien que la violencia de género ha cobrado miles de víctimas, pero el caso de Gómez no es el de un hombre pegándole a una mujer, sino el de un ser humano agrediendo a otro; nadie debería adueñarse del discurso que censura el hecho, ni creer que su moral está por encima que la de cualquier otra posición.
Acá condenamos a un hombre violento, pero a los políticos les decimos “Doctor”, y hasta los nombramos presidentes. Que Hernán Darío Gómez es un símbolo, de acuerdo, pero es que las personas nos dejamos llevar por imágenes: vemos dos pedazos de madera cruzados y decimos que es una cruz, y que Jesucristo murió en ella por nosotros. Le rezamos y le damos gracias. Nada de eso, Jesús era un tipo como usted que murió porque significaba una amenaza para los poderosos de la época.
¿No ha llorado usted viendo una foto de la novia que lo dejó? Sabe que no se trata de ella y que es una imagen, pero la guarda como si fuera la de carne y hueso porque a los humanos nos encanta aferrarnos a intangibles. Imbéciles que somos.
A raíz del hecho, un usuario de Twitter escribió que Gómez debía irse porque era “la cara de los hombres colombianos en el mundo”. ¿De verdad? ¿Usted siente que un director técnico lo representa? ¿Uno llega a Vietnam y lo señalan y le dicen “Hernán Darío Gómez” entre risas y mímicas de golpes? Es cierto que el tipo toma guaro, le pega a las mujeres y es malhablado, como cualquier colombiano promedio, pero afirmar que representa a una millonada de hombres es una exageración.
Desproporcionados que somos. Tanto, que la gente del Reinado Nacional de la Belleza no deja participar a una mujer si ha posado antes en ropa interior. Peor aún, durante meses los medios de comunicación le dan horas y metros de despliegue al evento, con patrocinios, enviados especiales y MiniCromos. ¿Con qué cara un país que hace eso le exige la renuncia a un tipo que pierde los cabales un sábado en la noche?
Yo quería que Gómez se fuera, es más, nunca debió ser nombrado, pero de irse, debió haberlo hecho por flojo, rosquero y mal técnico, no por golpeador de mujeres. Es un premio tonto, una excusa, como cuando metieron a Al Capone a la cárcel por evadir impuestos y no por traficar con licor.
El licor. Quien dice licor en Colombia dice Bavaria. Bolillo Gómez no se fue por violento sino porque el patrocinador de la selección no lo quería. Es decir, lo tumbaron razones económicas, no morales. Somos un país, un mundo de porquería.
Sin embargo no entiendo el papel de Bavaria, más allá de poner plata, que no es poca cosa. Una empresa que vive de emborrachar a un pueblo violento que cuando toma se vuelve más violento no tiene mucho que opinar. Lo único que tiene a favor es que el alcohol es legal y la droga no, pero digan lo que digan quienes hacen las leyes de este mundo, una licorera no tiene más autoridad ética que un narcotraficante. De haber existido hoy, Al Capone tendría una fábrica de licores, ¿le hubiera permitido usted a ese señor pontificar sobre qué está bien hecho y qué no?
Yo he ido a El Bembé, el bar donde pasó todo lo del Bolillo, y puedo decir que sus precios son de escándalo (desproporcionados). Una vez me gasté $300.000 que no tengo y no me emborraché; imposible no salir con rabia así. Es una suerte que esté soltero, porque de haber ido con pareja también la habría agarrado a golpes.
Ahora el problema ya no es del Bolillo, que deja de ser una figura pública y puede dedicarse a hacer la vida privada que le plazca. Lío el que se le viene al que lo suceda; con todo lo que ha pasado no solo tiene que ser una seda, también le toca salir campeón del mundo.
Publicado por Adolfo Zableh Durán en 17:39
(Texto cedido muy gentilmente por una ama de casa tartamuda, lo pueden encontrar en http://www.lacopadelburro.com/)
Vivimos en un país de desproporciones, donde los almuerzos corrientes vienen con cuatro harinas y una proteína (que suele ser carne de caballo). Nadie dice nada porque llenarse el estómago con seis mil pesos para poder seguir trabajando toda la tarde es un lujo, más allá de que a las 4 p.m. la siesta nos gane.
Hernán Darío Gómez le pega a una mujer y lo tratan como al peor de los criminales. Es un acto inaceptable, sí; es una figura pública que debe mantener la compostura, también, pero se nos va la mano, como siempre, porque nos gusta fijarnos en pequeños detalles mientras olvidamos el contexto. Los detalles son importantes, son los que impiden que nos peguemos un tiro cada mañana, pero de nada sirven si la estructura es un caos. Es como tener una caja de seis velocidades de un Mercedes Benz, pero sin el Mercedes.
A mí lo que no me cuadra en el tema de Bolillo Gómez es el discurso feminista, lo que no me hace necesariamente machista. Los discursos extremos, inflexibles, que no aceptan matices me parecen de lo más perjudicial. Estoy en contra de cualquier manifestación de feminismo, machismo, patriotismo, racismo, fanatismo religioso, homofobia y cualquier cosa que se le parezca.
Está bien que la violencia de género ha cobrado miles de víctimas, pero el caso de Gómez no es el de un hombre pegándole a una mujer, sino el de un ser humano agrediendo a otro; nadie debería adueñarse del discurso que censura el hecho, ni creer que su moral está por encima que la de cualquier otra posición.
Acá condenamos a un hombre violento, pero a los políticos les decimos “Doctor”, y hasta los nombramos presidentes. Que Hernán Darío Gómez es un símbolo, de acuerdo, pero es que las personas nos dejamos llevar por imágenes: vemos dos pedazos de madera cruzados y decimos que es una cruz, y que Jesucristo murió en ella por nosotros. Le rezamos y le damos gracias. Nada de eso, Jesús era un tipo como usted que murió porque significaba una amenaza para los poderosos de la época.
¿No ha llorado usted viendo una foto de la novia que lo dejó? Sabe que no se trata de ella y que es una imagen, pero la guarda como si fuera la de carne y hueso porque a los humanos nos encanta aferrarnos a intangibles. Imbéciles que somos.
A raíz del hecho, un usuario de Twitter escribió que Gómez debía irse porque era “la cara de los hombres colombianos en el mundo”. ¿De verdad? ¿Usted siente que un director técnico lo representa? ¿Uno llega a Vietnam y lo señalan y le dicen “Hernán Darío Gómez” entre risas y mímicas de golpes? Es cierto que el tipo toma guaro, le pega a las mujeres y es malhablado, como cualquier colombiano promedio, pero afirmar que representa a una millonada de hombres es una exageración.
Desproporcionados que somos. Tanto, que la gente del Reinado Nacional de la Belleza no deja participar a una mujer si ha posado antes en ropa interior. Peor aún, durante meses los medios de comunicación le dan horas y metros de despliegue al evento, con patrocinios, enviados especiales y MiniCromos. ¿Con qué cara un país que hace eso le exige la renuncia a un tipo que pierde los cabales un sábado en la noche?
Yo quería que Gómez se fuera, es más, nunca debió ser nombrado, pero de irse, debió haberlo hecho por flojo, rosquero y mal técnico, no por golpeador de mujeres. Es un premio tonto, una excusa, como cuando metieron a Al Capone a la cárcel por evadir impuestos y no por traficar con licor.
El licor. Quien dice licor en Colombia dice Bavaria. Bolillo Gómez no se fue por violento sino porque el patrocinador de la selección no lo quería. Es decir, lo tumbaron razones económicas, no morales. Somos un país, un mundo de porquería.
Sin embargo no entiendo el papel de Bavaria, más allá de poner plata, que no es poca cosa. Una empresa que vive de emborrachar a un pueblo violento que cuando toma se vuelve más violento no tiene mucho que opinar. Lo único que tiene a favor es que el alcohol es legal y la droga no, pero digan lo que digan quienes hacen las leyes de este mundo, una licorera no tiene más autoridad ética que un narcotraficante. De haber existido hoy, Al Capone tendría una fábrica de licores, ¿le hubiera permitido usted a ese señor pontificar sobre qué está bien hecho y qué no?
Yo he ido a El Bembé, el bar donde pasó todo lo del Bolillo, y puedo decir que sus precios son de escándalo (desproporcionados). Una vez me gasté $300.000 que no tengo y no me emborraché; imposible no salir con rabia así. Es una suerte que esté soltero, porque de haber ido con pareja también la habría agarrado a golpes.
Ahora el problema ya no es del Bolillo, que deja de ser una figura pública y puede dedicarse a hacer la vida privada que le plazca. Lío el que se le viene al que lo suceda; con todo lo que ha pasado no solo tiene que ser una seda, también le toca salir campeón del mundo.
Publicado por Adolfo Zableh Durán en 17:39
(Texto cedido muy gentilmente por una ama de casa tartamuda, lo pueden encontrar en http://www.lacopadelburro.com/)
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