martes, 23 de noviembre de 2010

Colombia es Sodoma y Gomorra



El último golpe asestado por las fuerzas armadas de Colombia a la cúpula militar de la guerrilla de las Farc sumió el ámbito político y social colombiano en un triunfalismo artificioso por un lado y riesgoso, por el otro. El riesgo que entraña el hecho de sumirse en júbilo colectivo por la muerte de un puñado de insurgentes radica en la obnubilación que sufre la conciencia crítica, obnubilación que le impide a la masa exaltada dirigir su mirada a otros focos de generación de inseguridad social y de desorden público. El nombre clave de la operación militar que culminó con la muerte de uno de los hombres más perseguidos por el gobierno, la “operación Sodoma”, denominación bíblica alusiva a la devastación de la ciudad pecadora por parte de un Dios y su furia, da clara cuenta de la polarización del conflicto colombiano: Dios contra los desobedientes, el Bien contra el Mal, el Estado contra los rebeldes. Esta polarización puede entenderse como una estrategia del Estado para evadir la responsabilidad social, política y judicial que le corresponde en tanto agente directo del conflicto. De ahí la importancia del pronunciamiento crítico de personas con una amplia figuración pública en contra del modus operandi del Estado y sus funcionarios. A este respecto cabe resaltar la carta firmada por unos 80 profesores de varias universidades norteamericanas en la cual se pone en entredicho el roll de Álvaro Uribe como profesor de la Universidad de Georgetown, instituto perteneciente a la compañía de Jesús.
En la carta, datada el 6 de septiembre de 2010, se hace mención, entre otras irregularidades, de la inescrupulosa práctica del espionaje por parte de altos funcionarios del gobierno de Uribe en detrimento de la privacidad de diferentes personas y entidades públicas: políticos de la oposición y magistrados de las altas cortes, preferiblemente; pocos días después de divulgada la opinión del padre Giraldo, la Procuraduría General de la Nación resuelve abrirle una investigación a Bernardo Moreno -secretario general de la Presidencia de la República- por eso de andar escuchando las conversaciones ajenas. No quiere decir que la decisión de la Procuraduría, decisión que comienza a conminar al cuestionado profesor Uribe, sea una repercusión directa de la citada carta; de lo que se trata es de ponderar esta clase de manifestaciones, por ejemplo la del padre Giraldo, dado el papel que desempeña la contrapropuesta argumentada a la hora de pretender limitar los alcances y los efectos del poder, en este caso el poder del Estado, puntualmente, de un Estado sindicado de extralimitarse en muchas de sus funciones. De ahí la necesidad que tiene el gobierno colombiano del artificio mediático: lo requiere para persuadir al incauto de que se encuentra representado por un partido, facción o movimiento político sensible a las necesidades más apremiantes de los de su clase, de entre las cuales, la necesidad más urgente es la seguridad; también requiere del artificio para ocultar bajo un manto de legitimidad los medios irregulares que se utilizaron para conservar el gobierno y la manera, un tanto despótica, de ejercer el mismo (el padre Giraldo también hace referencia a la compra y venta de favores políticos que dio como resultado el segundo mandato de Uribe) De todo el acervo de ilícitos procedimentales puestos en práctica por la clase dirigente colombiana durante los últimos tres mandatos presidenciales, incluyendo el actual, se puede inferir que los términos de la guerra que libra el Estado contra las Farc no son los del maniqueísmo ramplón que hacen creer a la opinión pública, en otras palabras, no es el bien contra el mal, no es el orden democráticamente establecido contra la rebeldía infundada, no es Dios contra Sodoma; si hemos de apelar a un criterio para soportar lo afirmado éste no ha de ser otro que la postura frente a la Ley constitucional que adoptan tanto el insurgente como el Estado: el primero la desconoce y el segundo la sobrepasa. La contradicción en los términos que implica el hecho de que un gobernante y su funcionariado hayan actuado allende la legalidad que supuestamente representan es la clase de contrasentido que inhabilita a Uribe Vélez para impartir cátedra en cualquier claustro educativo. Por lo tanto, la valía de la carta del padre Giraldo estriba en la denuncia que cuestiona la presencia del ex presidente en las aulas, y de paso, su ausencia de los tribunales. Estos tipos de pronunciamientos son fundamentales para distinguir entre un Estado de derecho y un Estado de opinión, entre un Estado que se regula de acuerdo a la constitución y un Estado que se sirve del clamor irreflexivo para exceder los límites constitucionales.
De acuerdo con la semblanza del estado de cosas en Colombia durante los periodos de gobierno de Álvaro Uribe hecha por el sacerdote jesuita podemos colegir lo siguiente: si las Farc encarnan la figura de la impía Sodoma el Estado colombiano no necesariamente representa la justicia divina, antes bien y siguiendo con alegorías bíblicas, si la guerrilla simboliza a Sodoma el gobierno colombiano muy bien hace las veces de Gomorra.

Carlos Andrés González
Tomado de Seinforma Canada. Specialized Journalistic Services (SJS)
http://www.seinforma.ca

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Que asco de escrito.

Anónimo dijo...

Perfecta analogía y muy buena reflexión ......cabe resaltar que en este país hay mucho bruto que le ofende la verdad…

Anónimo dijo...

Matador haga comics, como calvin and hobbes, serian del carajo

Anónimo dijo...

Muy bueno, me gusta que se incluyan estos artículos en el blog.

Sephyr dijo...

¡Bah! Muy adornado para comunicar una idea. No es necesario, como se dice comúnmente, "chicanear".

eneas dijo...

a este pueblo le hace falta altas dosis de verdad.

Mi Blog No tiene Oficio dijo...

Por supuesto que el nombre bien pudo asignarse por la manera en que acabaron las ciudades de Sodoma y Gomorra. EL fuego cayo del cielo consumiendolas. Esta operación militar se hizo con un Bombardeo aereo. Seguramente esta acotación resulte elemental pero tenía la necesidad de hacerla.

agamenon dijo...

este articulo no sólo goza de un estilo posiblemente madurado o, por lo menos, en vía de serlo, también se acerca a lo que sucede en este país y con la mentalidad de sus habitantes. No quisiera resaltar los hechos concretos que en él se denuncian sino aquella incapacidad o aquella ceguera que, al parecer, afecta a muchos.

la obnubilación no permite ver más allá de lo que los bien manipulados medios de comunicación nos presentan y elimina por completo el sentido critico debido a que la lucidez se desvanece bajo su influjo.

las opiniones que en este blog se han emitido, sobre el articulo de González, son el vivo ejemplo de la pobreza conceptual, histórica y critica, y la evidencia de que la obnubilación continua haciendo de las suyas.

Anónimo dijo...

No, Colombia no le llega ni a los talones de lo que fue Sodoma y Gomorra